BARCELONA CENTRO DE CULTURA
Barcelona, engalanada como en pocas ocasiones, rinde homenaje a Sant Jordi, llenándolo de los símbolos necesarios para convertir el mito indoeuropeo en un santo catalán, dejando de lado el celoso esfuerzo por cuidar sus símbolos, también los prestados. Es costumbre en esta tierra que todo caballero obsequie una rosa a su favorita, aunque por el excesivo trabajo de las floristerías ese día, bien se podría dudar de la honestidad de algunos. Las agraciadas por su parte responden al presente con un libro, ocasionando en esa jornada la venta del 10% de la facturación anual de editores y libreros (más de 19 millones de euros en 2004). En tropel, la gente toma las calles céntricas de la ciudad, infestadas por multitud de puestos de libros y de ventas de rosas. Así pues, embriagado por el olor de las rosas que inunda la Rambla de Barcelona y sin mostrar resistencia, soy llevado por la muchedumbre hasta una de las casetas que se montan para que los escritores firmen sus libros. Pasan algunos minutos de la hora prevista y no han llegado todavía. Dentro, algunos hombres engullidos en acartonados trajes se pasean nerviosos, mientras chicas uniformadas marean las pilas de libros fingiendo interés.

El primero en llegar es el chileno Jorge Edwards (Premio Cervantes 1999), se sienta en el lugar asignado y sin mirar la pila de su última novela “El inútil de la familia” se pone unas gafas de leer. Me confiesa que el mejor poeta de todos los tiempos era Rimbaud (con pronunciación francesa), me sorprende debido a la íntima amistad que mantenía con Neruda. El escritor no estaba seguro que esos de baños de multitud fueran positivos para los escritores, aunque con la sonrisa de los que han conocido a un mito, me cotillea que Neruda se divertía mucho con las multitudes y disfrutaba con el trato con el lector.
Como adivinando mi siguiente pregunta (Qué piensa del antichilenismo creciente en Suramérica?) se muestra reticente a seguir conversando, la excusa es que tiene que firmar libros, aunque al girarme compruebo que la cola es inexistente aún. Sin tener tiempo a asimilar el convite, veo llegar a una nerviosa Empar Moliner. A diferencia del anterior lo primero que hace es reordenar cariñosamente sus libros. Su mirada, en la que se percibe una viva inteligencia, recorre la caseta como buscando algo y se posa en el objetivo de mi cámara regalándome con desparpajo una sonrisa, el mismo desparpajo que muestra en algunas de sus declaraciones: “Si eres tía, triunfas más. El de escritor debe ser el único oficio del mundo, junto al de prostituta, donde sucede esto”. Otra: “Odio esos personajes femeninos que en la página 15 se desnudan y se duchan para sacarse de encima sus fantasmas interiores; creo que la literatura catalana debe ser una de las más higiénicas del mundo con tanta protagonista duchándose.
Buscando que me sorprenda le pregunto por el escritor que más detesta – Coelho. Afirma tras dudar en atreverse, ninguna sorpresa por ahora, dado que parece ser una norma entre los intelectuales detestar a Coelho ó renegar de Isabel Allende, aunque desconfío que ese criterio sólo tenga que ver con su falta de estilo y no con el exceso de ventas.
La escritora catalana me cuenta que siempre escribe en horario comercial, aunque le gustaría escribir por las noches como los malditos.

Sobre el libro que le cambió la vida, escucho algo parecido a Marti’n9a de Higo@i·n&gºs, no entiendo ni cual es el libro, ni quien lo escribió, pero me guardo en repetir la pregunta y dejo que mi grabadora recoja el nombre, para evitar parecer tonto. Más tarde cuando transcribía la grabación, descubrí que más que tonto era imbécil, la grabadora tampoco entendió un carajo; aunque por los artículos que escribe seguro que era algo como Patricia Highsmith o Martín Amis.
Jorge Maruejouls. ¿Crees que el feminismo está obsoleto?
Empar Moliner. Creo que las feministas a veces son papanatas.
Mientras charlábamos me explicó con orgullo como al principio tuvo que trabajar de cualquier cosa y señalándome el Corte Ingles que teníamos a unos metros, me confesó que había hecho de Papa Noel para esos grandes almacenes.
Sobre su última novela “Busco señor para amistad y lo que surja”, sólo me dijo lo que ya sabía: – Es una recopilación de artículos que he publicado en el periódico “El País”-.
Y cuando le pregunto por el secreto de su éxito afirma no ser conciente de tenerlo.
Fastidiado por la simplicidad de sus últimas respuestas, me saco de la manga una pregunta un tanto tendenciosa:
J. M. ¿No tienes miedo que el personaje televisivo en el que te estás convirtiendo acabe devorando la escritora que eres?
E. M. No tengo ningún miedo. Afirma intentando mostrarse convencida.
Tras comprobar por la expresión de su cara, que la pregunta ha dado en el blanco, me despido felicitándola por la cómica ironía de sus libros, ella se repone tras una sonrisa, mientras busca en mis ojos la veracidad del halago. Ese momento, que perfectamente podría ser el principio de una novela, es interrumpido por el escandaloso berrear de algunos jóvenes. Boris Izaguirre acaba de llegar.
Mientras observo perplejo el efecto Boris, reflexiono sobre la polémica entre los escritores catalanes que consideran que el Día del Libro se ha convertido en un circo de autores mediáticos. Dicha reflexión, unida a la molesta interrupción, acondicionan el principio de la entrevista:
J. M. ¿Nadie puede negar tu intelectualidad, pero por que la disfrazas con esa superficialidad?
Boris Izaguire. Por que la superficialidad es la mejor carretera que conozco, la que a más lugares te puede llevar y la más extensa de todas las avenidas.
J. M. ¿Crees es necesario transgredir para agradar?
B. I. Creo que es necesario agradar para transgredir.
J. M. ¿Televisión o literatura?
B. I. Ambas, totalmente, no he tenido problemas en ninguna de las dos, en ambas me he divertido mucho y he conseguido hacer todas las cosas que he deseado.
J. M. ¿Un libro con el que más excitado te sentiste?
B. I. “California” de Eduardo Mendicutti, estoy enamorado de ese libro. (Mucha pluma)
J. M. Tu último libro habla sobre el carácter homosexual de Hitchcock en algunas escenas, ¿nos podrías dar un ejemplo?
B. I. Hay muchísimas. Una de sus películas del año treinta, que se llamaba Asesinato, trata de una chica actriz que aparece asesinada aparentemente por otra. En el transcurso de la investigación, se descubre que verdaderamente la ha matado un señor que se disfraza de mujer, que se gana la vida como travestido en un vodevil. Fue entonces cuando me di cuenta que era increíble que Hitchcock, ya en 1930 hubiera tenido esa capacidad de observación para cuan novedoso, atractivo y morboso que es la homosexualidad para el espectador.
J. M. ¿Muchas personas denuncian la falta de relevo generacional en el cine Europeo, estas de acuerdo con esta idea?
B. I. Para nada, yo creo que siempre habrá relevo generacional, siempre habrá cine y los ciclos continuaran. Existe una necesidad de ser pesimistas que no tiene razón de ser.
J. M. ¿Venezuela o España?
B. I. Mm.…. Yo soy… Yo vivo aquí…Yo creo… -se deja de dudas y responde con una sonrisa- Barcelona y Madrid.
J. M. ¿Qué te pareció que el gobierno de Zapatero vendiera armas a Venezuela?
B. I. Cierto que la gran tragedia de los antichavistas es que Chávez, siendo como es, haya conseguido estar en el poder en el momento histórico en que el petróleo esta a 56$. El hecho de que un país Sudamericano pueda dar 700 millones de euros a otro país Europeo es realmente insólito, nadie puede rechazar tantos millones de Euros y me gusta mucho que sea Venezuela la que le compre a la madre patria.

El sujeto cultivado e inteligente con el que acabo de hablar no tiene nada que ver con el que aparece en televisión pegando gritos y diciendo estupideces, lo que me hace pensar que el personaje televisivo responde más a las exigencias de unos directores enganchados a la audiencia. Dejando atrás la coqueta ambigüedad de Boris, me sumerjo de nuevo en el rió de gente que es la Rambla, caigo en la cuenta que durante nuestra conversación se ha puesto las gafas de sol estando en un sitio cubierto; creo que me falta glamour, aun no logro entender que las gafas tienen que ver más con el estilismo que con la protección. A unos metros más adelante veo un grupo de inmigrantes reivindicando con una pancarta “Los inmigrantes también somos catalanes”, los acompaño hasta que veo a Pilar Bardem.

“La Bardem” es como titula sus nada desdeñables memorias escritas a cuatro manos con su hijo Carlos, radiografía honesta de su vida de actriz y madre, con el fondo del final del franquismo y la transición.
Flaca, nerviosa, un genio la Bardem. Asegura que ese público, aunque nuevo, no la atemoriza, -Es gente que te quiere, como cuando estás en el teatro y van a verte o como cuando haces una película.- ante la pregunta de qué libro haría desaparecer, es rotunda. –“Mi lucha” de Hitler-. Nos muestra una foto con Javier Bardem, que coloca al lado de sus libros, dando vía libre para que la gente que viene a verla pregunte por su hijo (demostrando que su pasión de madre supera cualquier celo artístico). Sobre su trabajo nos explica que va empezar a trabajar en una nueva película en Mayo. “Rodando” contará la historia de tres mujeres con el hilo conductor de una bicicleta. Tras confesarnos que todavía no había visto todas las películas nominadas en los premios Goya como mejor película extranjera de habla hispana, le aconsejo que mire con cariño “El Rey”. La felicito por una vida como la suya y con un par de besos me despido, conteniendo mi abrazo.
Al salir me tropiezo con la tímida, pero siempre agradable, Lucia Etxebarria (Premio Planeta 2004). Pero no tengo más tiempo, me espera el teatro.
Jorge Maruejouls

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