Lecturas

Como lector sigo una serie de pautas a la hora de entregarme a la lectura, nada que ver con el ritual en el que sumerjo cuando estoy trabajando en un nuevo libro, ritual que en ocasiones roza aspectos obsesivos, hasta enfermizos me atrevería a decir, por eso cuando acabo de escribir una novela estoy durante una temporada intentando volver a recuperar mi realidad psíquica, como iba diciendo como lector la cosa es distinta, me suelo acompañar con un fluorescente y un rotulador los cuales me servirán para ir marcando líneas y añadiendo comentarios a medida que avanza la lectura, interactuó con el libro que voy consumiendo, modifico frases, añado y desvió posibles acontecimientos y en ocasiones inspirado por la historia escribo en las paginas iniciales o finales bocetos de posibles relatos o características de algún personaje de una novela en ciernes, esto aumenta en cierta medida mi reticencia a dejar algún libro prestado, si un amigo investiga en mi biblioteca es como si estuviera violando mi intimidad. Es que es imposible saber lo que sentí en el momento de su lectura igual que es imposible saber de que manera trasmití en mis notas de pie ese sentimiento, son muchas lecturas, demasiados libros, imposible recordar lo que apunte o que secreto guarde en cada uno de ellos, no puedo saber si esa verdad pueda ser entendida por el intruso o tal vez simplemente no desee esa comprensión.
Llevo como marcador de paginas una postal, la mayoría aventuras de Dani Castro, viajero incansable que me las envía desde algún remoto destino, él sabe que las tienen que mandar con el sello pero sin mensaje así yo las puedo llenar con los deberes que por seguro encontrare en la nueva historia, en ella siempre tengo que transcribir antes que nada lo que ha quedado pendiente de la anterior, en la mayoría de casos lo que queda por copiar son los títulos de los libros comprados y aun no leídos sino corro el peligro que estos queden olvidados entre los más de mil ejemplares que ya componen mi biblioteca personal.
Este mes que empezamos me he intentado poner al día con los libros comprados y no leídos, los cuales ya ocupaban tres cuartas partes de la postal, empecé con uno de los Hermosos Malditos mi compañero Murakami uno de esos amigos íntimos al que no conozco y lo más probable es que nunca nos encontremos aunque yo he compartido mediante sus libros tanto con el japonés que lo encuentro cercano, pero la lectura de La Caza del Carnero Salvaje no cumplió ni de lejos mis expectativas y tengo que ser critico por que pude apreciar que se metió en este proyecto en un fregado tan intimista del cual no supo salir con buen pie algo que le ha pasado a los mejores, si lees toda la bibliografía de tus favoritos siempre acontece el momento de debilidad que los hace humanos. El segundo era una recomendación de mi amiga la poetisa ecuatoriana Carla Badillo, la misma que este mes estará en el Festival Internacional de Poesía de San Francisco recitando su obra, desde aquí mucha suerte, el libro en cuestión Meridiano de Sangre tampoco logro atraparme y lo siento amiga no encontré la magia que describes, tal vez aun no estoy preparado para entender esa utilización del lenguaje como un código entrecortado a la manera de Faulkner escritor por el cual no siento admiración, algo que afirmo en voz alta aunque esto ocasione la flagelación espontánea de miles de escritores en el mundo, el tercero fue un capricho de bolsillo que encontré por casualidad en la librería Geli, uno de mis lugares favoritos de la ciudad donde vivo, una librería repleta de exquisiteces en Girona, era una novelita del renombrado filosofo Eliade del cual había leído algunos libros de investigación sobre las religiones comparadas, fue una gran sorpresa descubrir la etapa narrativa de este erudito y lo que no me esperaba es que la lectura de su Medianoche en Serampor me enganchara de tal manera que me hiciera recobrar el sentido real de la literatura, la evasión sin medida. En alguna ocasión os hablare del pensamiento de este gran erudito y su manera de entender la alteridad manera a la que prescribo mi propio pensamiento, el entendimiento de la visión del tiempo como algo lineal es la caracterización principal de occidente algo que contradice a las otras culturas que entienden el tiempo como una visión puntual de un momento inicial donde no cabe una progresión si esta no es el reflejo del hecho primordial.
Ahora mediante la lectura de El Rey Lear de la Estepa volveré a los rusos con una novela del lujoso Turguéniev y digo lujoso por que es un lujo la manera minuciosa en que escoge cada palabra con la precisión de un cirujano, por algo es uno de mis Hermosos Malditos.
Sabias que este gran escritor fue discriminado en la Rusia del siglo XIX por posicionarse en el bando de los occidentalistas que buscaban un acercamiento del pueblo ruso a la Europa occidental en contra de la gran mayoría de eslavófilos que defendían una ortodoxia extrema, como el caso de Dostoievski quien lo ridiculizo en su novela los Endemoniados o Tolstoi que llego a retarlo a duelo.
Y es que en ocasiones los mayores enemigos de la libertad del pensamiento son los propios artistas.
Un abrazo compañeros de viaje, ya os contare la próxima vez que hablemos de literatura que tal por la estepa rusa y por otros derroteros que la lectura me lleve.
Jorge Maruejouls

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