(Palabras recogidas en la Aula Magna de la casa de cultura de Gerona 22 de mayo del 2003)
Agotada a las pocas semanas de su publicación, Lobos, es una de esas novelas que transportan al lector a un universo lleno de intensidad, donde tres jóvenes ven como la vida parece haberles cerrado todas las puertas que creyeron poder abrir.
Escrita con una enorme energía, sin dar descanso a la imaginación y la clarividencia narrativa, en Lobos, se muestra con maestría la debilidad del hombre y en mayor medida, de la juventud, que no encuentra el espacio que necesita.
Jorge Maruejouls nació en Perú en 1972 y reside en Barcelona desde casi la infancia. Viajero incansable, en la actualidad prepara una nueva novela, y por supuesto, mantiene sus colaboración en prensa con algunos de los mejores medios de España e Hispanoamérica.
Esta reedición de Lobos, le sitúa entre los escritores jóvenes más destacados de Hispanoamérica residentes en nuestro país.
(Palabras del reconocido poeta español Pablo Méndez)
Madrid, 24 de Octubre de 2006.
Capitulo sobre el personaje de Hada en la novela Lobos.
Cada movimiento era seguido por el chirriar de los oxidados muelles del viejo somier. Hada acabó algo triste su libro de cuentos de Ana María Matute, a sabiendas que era el último que le quedaba por leer. Vivía en una pensión de la travesía Auriga del barrio viejo, donde las finas paredes de la habitación le hacían partícipe de las desdichas de todos sus estrafalarios vecinos. Pero esa noche parecían todos ausentes y ella se esforzaba por agudizar su oído para poder recoger alguno de los reniegos cercanos que la acompañaban a dormir cada noche. Su intento vano fue recompensado por un profundo sueño.
Es oscuro, siempre es oscuro, me he acostumbrado a moverme en esa oscuridad a veces maldita y otras bendita, a veces calma y otras turbia, pero siempre oscura. Nunca sé si es sueño o realidad, en esas familiares tinieblas hay fantasmas del pasado que con el tiempo he aprendido a esquivar, siempre buscando nuevas sombras que me expliquen, describan o cuenten cómo es la luz.
Un día una conocida sombra me habló de un ser que habitaba en un mundo sombrío como el mío, y no sé por qué, desde entonces, todos mis pasos han sido guiados por el instinto de su encuentro. Algunos aullidos me anuncian su cercanía, en ellos puedo entender que me pide que me aleje, me suplica que abandone mi búsqueda, me advierte que los infiernos están con él, pero yo sigo buscando, y no me detengo ni tan sólo al sentir que no soy la única que lo busca, por que el mal también está tras de él. Mis pasos se ven frenados por una barrera natural en forma de mar. Harta de buscar subí a una balsa y dejé que los vientos me llevaran a la deriva. Cuando mi espíritu levitaba al ritmo de tranquilas olas, sentí una presencia fuerte a mi espalda mientras notaba un brazo atrapando mi cintura, al tiempo que una mano tapaba mis ojos. Repliqué -no hace falta, no han aprendido a ver-.
Me sentí envuelta por la magia de su ser, su voz amiga me preguntó ¿por qué me buscas?
Mis labios contestaron -no soy yo quien te busca, es mi corazón que no deja de gritar tu nombre, Safox, Safox, Safox-. Me giré y para sorpresa descubrí por primera vez la luz en sus ojos de lobo, los cuales me invitaban a amar. Embriagada por tan hermosa luz, me dejé llevar sintiendo cómo sus manos acariciaban mi húmedo cuerpo, el néctar de sus labios empezó a mezclarse con mi sudor, fue devorando cada trozo de mi piel como si estuviera limitado a un breve tiempo nuestro encuentro.
¿Por que corres, amor mío?
Porque la muerte me acecha en cada sueño.
Debido a que en sus primeros meses de vida fue abandonada en unas basuras por la joven yonqui que la concibió, había tenido que crecer bajo las frecuentes vejaciones, comunes en los orfanatos, donde empezó a creer que de las personas sólo podía esperar maldad. Nunca había conocido el amor, pero siempre que soñaba con esa presencia se levantaba llena de vida, de una vida diferente a la que este mundo le mostraba. No hubiera dudado un minuto en cambiar años de su existencia para que sus sueños fueran más largos. A veces, en los sueños también podía notar a otro ser muy diferente al que le irradiaba amor. Esa presencia, tan distinta a la de su amigo desconocido, se palpaba siempre por el frío que inundaba su cuerpo. Sabía que era algo maligno pero era incapaz de tener miedo, sabiendo que Safox también habitaba en ese mundo de sueños.
No odiaba al mundo porque era incapaz de odiar, pero se sentía tremendamente absurda en esa farsa de vida y por esto evitaba, por todos sus medios, relacionarse con más gente de la necesaria para subsistir. Le daba igual lo que la gente pensara de ella, ya sabía que siempre la tomarían como un bicho raro al cual hay que martirizar sin ningún motivo más que humillar al diferente.
Pero ella era feliz sabiéndose distinta, eso era lo único que le gustaba de sí misma, el poder ser diferente a esa gente banal y cruel que la martirizaba.
Sólo aquel joven que la ayudó en la playa de Escurias sería capaz de entenderla; él es como yo y espero volver a ver el alma del lobo reflejada en sus ojos azules como el mar; seguro que en sus sueños habita mi lobo gris.
Trabajaba por las mañanas cuidando a una mujer mayor, la cual no se cansaba de decirle que era una estúpida, a la vez que trataba con todos sus medios que Hada se hiciera daño de una manera aparentemente casual. Era una anciana de unos sesenta años llena de odio, que una noche de verano cinco años antes, después de leer el primer capítulo de Justine, sintió cómo su cuerpo ya marchito empezaba a hervir. Al principio se asustó por el calor que la iba poseyendo, pero luego, al ver que sus manos, siguiendo su instinto, tocaban sus caídos pechos, se percató que el calor que la angustiaba no era otra cosa que su sexo no marchito del todo. Fue tal su sofocón que decidió ponerle remedio con la ayuda de un macho de alquiler. Poseída como nunca antes por su hambre de sexo, se dirigió a la cocina buscando que el coñac que guardaba para guisar le diera más valor para realizar su proeza. De un trago se bajó el cuarto de botella que quedaba, notando que el alcohol ingerido aumentaba su calor corporal. Cogiendo su viejo Seat se dirigió a la zona más peligrosa de Barcelona, donde nunca había problemas para conseguir sexo o drogas. Al principio sólo vio putas, quienes en vez de desanimarla la excitaban más en su búsqueda desesperada por ser saciada, llenada, flagelada; quería que le hicieran cosas que temía mencionar en voz alta, por si su dios católico la escuchaba. Miraba a las putas sintiendo envidia por no poder ser una de ellas, para que esa noche la follaran hasta el amanecer. Como poseída pegó un frenazo al distinguir al primer chapero, al que bajando torpemente la ventanilla le preguntó:
¿Quieres ganar veinte mil pesetas conmigo?
Claro, abuelita, por veinte mil te voy hacer llorar.
Subió al coche y se dirigieron a casa de la mujer. Al empezar a subir las escaleras en dirección al dormitorio ella lo intentó besar en la boca, pero él, sintiendo asco por el hedor a coñac que desprendía su áspera lengua, que le empapaba los labios con aquella saliva pringosa que parecía estar a punto de entrarle por la comisura de los labios, la dobló con un puñetazo en el estómago. Sin equilibrio, la mujer cayó escaleras abajo perdiendo el conocimiento y la capacidad de andar. El joven, al verla inconsciente, se dedicó a saquear sus joyas y demás pertenencias de valor. Al pasar por su lado, Edu, que era el nombre del mancebo, se bajó la cremallera y le meó encima. Mientras se la escurría le dijo con una sonrisa de niño travieso – te dije que te iba hacer llorar-. Al cabo de algunas horas la anciana logró recobrar el conocimiento, y haciendo un esfuerzo sobrehumano se arrastró por la orina del malvado, logrando llegar al teléfono, desde donde llamo al hospital diciendo que se había caído.
Jamás acabó la novela, pero tampoco la lanzó. Cada mañana, al verla en su mesilla de noche, recordaba su pecado, que en vez de ocasionarle remordimiento la engullía en un vil odio. Decía para sus adentros -esa noche sí que me jodieron como nunca nadie me había jodido-.
Hada tenía que soportar ese resentimiento cada mañana, mientras iba sorteando las trampas que le dejaba la retorcida vieja, pero esto jamás la alteraba, muy al contrario, sentía un gran aprecio por aquel ser, al estar segura que su resentimiento había sido causado por la maldad con la que la vida la había tratado. No pensaba en blanco y negro, sabía que el mundo era un gran lugar donde se mezclaban diferentes tonos de grises y que las personas nacemos siempre claras, hasta que el odio de la sociedad nos marca con diferentes tonos grises. Este trabajo, más alguna casa que limpiaba por las tardes, le bastaba para sus gastos. Sus pocos caprichos se reducían a comprar videos de cine alternativo, libros sobre hadas y duendes, poesía urbana y pertenecer a una ONG para la conservación del lobo en España.
4 comentarios:
Hola Jorge, hola a todos!
Antes de nada, gracias por tu blog, y por dejarte conocer un poco más.
Me encantó tu libro LOBOS, y me gustaria leer algun otro libro muy pronto. Espero que no nos hagas esperar demasiado. Ánimos y ha escribir!
Saludos des de Girona.
Gracias por lo que dices, he acabado de escribir mi segunda novela pero aún no tiene editorial. Sobre el blog, me alegra que lo compartas
Un abrazo.
Hola Jorge
Saludos desde Montreal
Me gusto mucho 'Los Lobos', cuando sale el nuevo libro y donde puedo procuramerlo en Canada
Gracias por tu visita y espero que seguir viendote por estas tierras, sobre la nueva novela aun no tengo una oferta editorial seria, cuando esto ocurra lo comentare en el blog.
Un abrazo
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