Una mañana al mirarme al espejo descubrí que no me gustaba lo que veía y acuse al sueño que había tenido durante la noche. En este como en los últimos me siento cansado, como un guerrero que desde la retaguardia se consume por la angustia, conteniendo sus fuerzas para cuando llegue el momento preciso, pero en vez de esto le indican la retirada antes de empezar la contienda.
No tienes nada que hacer me dice una voz ordinaria que representa todo lo global. El sonido de esas palabras chirría en mis oídos hasta despertarme.
De nuevo mi subconsciente me ha engañado, he vuelto a cometer el error de soñar con la posibilidad de cambiar algo sin tan solo tener la oportunidad de rozarlo.
Es lo peor que le puede pasar a un guerrero respondí a la imagen que trasmitía el espejo. Mírate estas muy cansado, lo mejor será huir, no te das cuenta, y lo más triste es que tal vez la voz del sueño tenía razón.
No tienes nada que hacer me dice una voz ordinaria que representa todo lo global. El sonido de esas palabras chirría en mis oídos hasta despertarme.
De nuevo mi subconsciente me ha engañado, he vuelto a cometer el error de soñar con la posibilidad de cambiar algo sin tan solo tener la oportunidad de rozarlo.
Es lo peor que le puede pasar a un guerrero respondí a la imagen que trasmitía el espejo. Mírate estas muy cansado, lo mejor será huir, no te das cuenta, y lo más triste es que tal vez la voz del sueño tenía razón.
Pero al momento sentí el reproche de la mirada de un niño que compartía el espejo, mi hijo recién levantado fruncía el ceño igual como lo hago yo, aunque mi rostro cuarteado oculte ahora esa mueca. Reí porque por un momento estuve a punto de ser convencido por ese falso reflejo dado que el único que vale es el que tenemos en el interior y las voces son al final solo eso, sonidos que pretender ocultar la fuerza que yace en el silencio.
Jorge Maruejouls
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