ARTURO PÉREZ-REVERTE



Hace siete años una Barcelona nacionalista y seca de ideas quería revivir el tiempo de Maragall, se invento para ello el Foro de las culturas, una plataforma ambigua e inconexa algo que demostraron sobradamente las ediciones posteriores, el Foro Monterrey y el Foro Valparaíso. La idea que se vendió fue la de crear un lugar maravilloso donde se podrían agrupar todas las voces que representaban a la cultura y conseguir un intercambio en pos de una diversidad que enriqueciera a la humanidad. La esencia de la idea era muy atractiva para esas voces y la Barcelona que todo el mundo recordaba parecía ser capaz de crear el soporte adecuado, el resultado fue el que he sentenciado al principio, eso si, los beneficios se aseguraron por la recalificación de los terrenos que se higienizarían con el proyecto, vamos todo muy pensadito. Siete años después, grandes hoteles y edificios ocupan parte de ese espacio, lo demás, un solar donde hacer conciertos, aunque no me gusta, lo que realmente lamento es que no sobrevivieron tampoco las ideas que nacieron de esas discusiones o lo que es peor tal vez ni tan siquiera surgieron. Yo para entonces hacia de puta para algunos periódicos latinoamericanos, me curraba entrevistas sin la seguridad de que se publicaran y si eso llegaba a ocurrir luego estaba la incógnita de cobrar. Aun recuerdo a mi escudero el fotógrafo Daniel Castro, la primera vez que El Espectador de Colombia se intereso por un articulo y nos pregunto cual era nuestro caché, su rostro descuajado, roto, como quien pierde un sueño, sus palabras lentas como un lamento -no hermano, si tenemos que pagar, no puedo-. Pero por extraño que parezca no tengo malos recuerdos de aquella época, nuestra insistencia, nuestro saber hacer, conseguimos instantes maravillosos, exclusivas, risas, momentos de magia con los grandes, y desnudamos sin piedad a los que se disfrazaban con palabras grandilocuentes, esa libertad que te da no tener nada que perder. El Foro de las culturas se convirtió para nosotros en una herramienta de acceso a personas relevantes y en algunos casos inaccesibles a nuestras posibilidades.

De todos aquellos el que me impresiono profundamente por su autenticidad fue Arturo Pérez-Reverte, el desparpajo con el que airaba su sentido común, se mostraba tan fuera de órbita en aquella marea, abofeteaba con sus palabras a la camarilla de seudointelectuales del momento. Era la primera vez que veía en uno de los grandes, que la calidad del individuo superara a la maestría de la obra. Con esto no quiero decir que tiene la razón en todo lo que dice, dios me libre de admirar tipo así, simplemente afirmo que me gusta hasta cuando se equivoca, ya sea en una entrevista, en su columna semanal o en los 140 caracteres de sus tweets. Pero por ahora solo me gustaría hablar de su novela: “La reina del sur”. En muchas ocasiones he odiado a Reverte, tal vez de la impresión que me estoy contradiciendo, pero es algo normal para cualquier escritor llegar odiarlo muchas veces……los ojos ligeramente rematados en puntas de almendra, la boca muy precisa, las antiguas y rebajadas gotas de sangre indígena manifestándose en la nariz. Que escritor no odiaría a Reverte, si lo reconozco lo he odiado en muchas ocasiones. El libro es la historia de una mujer que decide romper las reglas del mundo donde levitaba cómodamente, un relato aterrador de las mafias y los códigos de honor que se manejan en México. Un camino de supervivencia, desde su frágil adolescencia hasta su sobria y espeluznante madures, en que tendrá que ir salteando piratas y vampiros, sin dejar por ello de masticar las experiencias que se abrirán en su huida, los sentimientos y la pasión estarán presentes igual que lo racial ambientado entre las letras de los corridos mexicanos. Vamos un canto a la vida echándole el coraje suficiente para escupir a la muerte. A veces la vida se hace cuesta arriba, en esos momentos no intento refugiarme en folletos de autoayuda del rollo yes we can, yo prefiero imaginarme siendo un tercio español de esos que describe en Alatriste, Reverte, aunque sepa que el final es más funesto, se que el fondo la vida es así, si la vives de verdad, una autentica aventura.
Gracias por el coraje, Reverte.

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