Con esta foto he sentido nostalgia, el recuerdo de una tristeza, la memoria de los 80 …..
La Lima que recordaba era un lugar infestado de vendedores ambulantes. Se lanzaban sobre los coches en los semáforos, se subían a los autobuses en movimiento, se anclaban en las esquinas o dentro de superficies comerciales, donde quiera que miraras siempre encontrabas al menos uno vendiéndote algo.
Cualquier limeño me recriminaría porque no recordaba el malecón, el puente de los suspiros, el cebiche, las miraflorinas, las casonas limeñas, esto y lo otro. Porque al pueblo al que llegue no había nada que se le pareciera y el siseo del mediterráneo que lamía las rocas no me devolvía el jaraneo de los cajones de Barranco en su eterna pelea por robarle lo criollo al océano.
Por eso cuando llegue a L’Escala y vi el mercadillo de los hippies que se ponían delante de la playa de las barcas, mi mente hizo confusa esa imagen recordando aquellos a los que mi raza llamaba chusma. La limitada experiencia de mis 14 años bastaba para saber que era necesario guardar la distancia prudencial para no espantar la ternura engañosa que mi recuerdo traía, mientras mantenía difusa la visión de ilustres hippies y funcionarios del paro.
Sin saber porque a la primera chica que enamore, cuando me dijo con su acento madrileño que la llevara a mi sitio favorito, la lleve a la playa de las barcas, ella mirando el mar me dijo, es lindo, pero yo estaba absorto observando un sitio indeterminado, un trozo de acera ahora desierta, si es bello conteste mientras miraba mi recuerdo.
Sí, he sentido una dulce nostalgia con esta foto, en ocasiones el recuerdo es caprichoso y no esta sujeto a los grandes acontecimientos sino a pequeños detalles.
Una foto en la que habita la suplica de una oportunidad, o tal vez sea simplemente una mueca aprendida, que más da si aprendió esa mueca, tal vez sea su herramienta de trabajo que bien puede ser tan digna como la mejor especialización.
Ojala quien atrapo tu tristeza con el lente de su cámara también te comprara el DVD sino es así que la suerte te acompañe donde quiera que estés amiga. Te prometo que si vuelvo a mi Lima tomare un trago a tu salud mientras miro como rompen las olas desde el malecón.
Jorge Maruejouls
La Lima que recordaba era un lugar infestado de vendedores ambulantes. Se lanzaban sobre los coches en los semáforos, se subían a los autobuses en movimiento, se anclaban en las esquinas o dentro de superficies comerciales, donde quiera que miraras siempre encontrabas al menos uno vendiéndote algo.
Cualquier limeño me recriminaría porque no recordaba el malecón, el puente de los suspiros, el cebiche, las miraflorinas, las casonas limeñas, esto y lo otro. Porque al pueblo al que llegue no había nada que se le pareciera y el siseo del mediterráneo que lamía las rocas no me devolvía el jaraneo de los cajones de Barranco en su eterna pelea por robarle lo criollo al océano.
Por eso cuando llegue a L’Escala y vi el mercadillo de los hippies que se ponían delante de la playa de las barcas, mi mente hizo confusa esa imagen recordando aquellos a los que mi raza llamaba chusma. La limitada experiencia de mis 14 años bastaba para saber que era necesario guardar la distancia prudencial para no espantar la ternura engañosa que mi recuerdo traía, mientras mantenía difusa la visión de ilustres hippies y funcionarios del paro.
Sin saber porque a la primera chica que enamore, cuando me dijo con su acento madrileño que la llevara a mi sitio favorito, la lleve a la playa de las barcas, ella mirando el mar me dijo, es lindo, pero yo estaba absorto observando un sitio indeterminado, un trozo de acera ahora desierta, si es bello conteste mientras miraba mi recuerdo.
Sí, he sentido una dulce nostalgia con esta foto, en ocasiones el recuerdo es caprichoso y no esta sujeto a los grandes acontecimientos sino a pequeños detalles.
Una foto en la que habita la suplica de una oportunidad, o tal vez sea simplemente una mueca aprendida, que más da si aprendió esa mueca, tal vez sea su herramienta de trabajo que bien puede ser tan digna como la mejor especialización.
Ojala quien atrapo tu tristeza con el lente de su cámara también te comprara el DVD sino es así que la suerte te acompañe donde quiera que estés amiga. Te prometo que si vuelvo a mi Lima tomare un trago a tu salud mientras miro como rompen las olas desde el malecón.
Jorge Maruejouls
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