Desde la revolución industrial el modelo económico ha cambiado por uno basado en el expolio sin medida de la biosfera terrestre, un expolio en el cual el modelo anterior, que se regulaba bajo los parámetros que marcaban los propios indicadores naturales, ya no tiene viabilidad, ha sido reemplazado o dominado por mecanismos tecnológicos que la humanidad ha llegado ha asumir, de la misma manera que antes las sociedades también obedecían los parámetros naturales que marcaban su territorio, ahora eso tampoco vale se puede expoliar por donde se quiera, ya no se respetan los procesos naturales sino que se intervienen en ellos como demiurgos ansiosos, sustituyendo con ello estructuras sociales y económicas más coherentes con el entorno.
El cariz vertiginoso de las relaciones comerciales a escala mundial y producción transfronteriza desde que la globalización se ha convertido en la religión del mundo, esta llegando a cotas demasiado peligrosas para no tenerlas en cuenta.
Ya no solo estamos expoliando los recursos naturales de los países tercer mundistas sino que encima los utilizamos como vertederos.
Aunque los países ricos son los mayores defensores de un mundo globalizado, este les ha traído consigo no solo el flujo deseado de mercancías e información sino también del factor inmigratorio de las masas menos favorecidas que son atrapadas por los reclamos informativos de las grandes potencias, se refugian en estos reclamos creyendo que si llegan a estos lugares su situación mejorara y no atiende en muchos casos a la realidad que el tercer mundo en nuestros días habita también dentro del primer mundo, donde padecen una marginalidad y una pobreza severa sobretodo en sus metrópolis.
Ante este panorama el primer mundo intenta que ese libre mercado solo obedezca al flujo de mercancías e información, siendo restringido su libre movimiento a las masas de población hambrienta, para ellos si tiene que haber fronteras firmes.
El juego económico tiene que dejar de erigirse como regulador del metabolismo de la sociedad, tenemos que llegar a una concienciación global de que hay que cambiar cuanto antes el modelo que seguimos, tal vez sirviéndonos de la verdad que nos puede llegar mediante carreteras alternativas de comunicación ajenas a la idiotización que nos engulle la televisión y otros medios creados como la panacea para el pueblo.
Es irreal seguir con el avance económico y pretender hacer sostenible nuestro planeta, es inviable que siga aumentando la extracción de recursos a la vez que crece el volumen de desechos. Esta evolución no tiene que ser entendida siempre como un paso hacia delante por que en ocasiones es más un salto al vacío, un vacío que puede que no tenga retorno posible
Lo peor es que existen países del tercer mundo que ya no merecen la pena ni ser expoliados y dejan simplemente de existir para los países avanzados, sea por sus escasos recursos o su inestabilidad política. Es como si ya no aparecieran en los mapas o los que hay son demasiado antiguos para ser objetivos. Las gentes que vivían allí han emigrado y las que se quedaron se les considera peligrosas.
Hay que pensar en la tierra como un único cuerpo donde todo fluye, hay que entender de una vez por todas que nos vamos a comer nuestra propia mierda tarde o temprano.
Jorge Maruejouls
El cariz vertiginoso de las relaciones comerciales a escala mundial y producción transfronteriza desde que la globalización se ha convertido en la religión del mundo, esta llegando a cotas demasiado peligrosas para no tenerlas en cuenta.
Ya no solo estamos expoliando los recursos naturales de los países tercer mundistas sino que encima los utilizamos como vertederos.
Aunque los países ricos son los mayores defensores de un mundo globalizado, este les ha traído consigo no solo el flujo deseado de mercancías e información sino también del factor inmigratorio de las masas menos favorecidas que son atrapadas por los reclamos informativos de las grandes potencias, se refugian en estos reclamos creyendo que si llegan a estos lugares su situación mejorara y no atiende en muchos casos a la realidad que el tercer mundo en nuestros días habita también dentro del primer mundo, donde padecen una marginalidad y una pobreza severa sobretodo en sus metrópolis.
Ante este panorama el primer mundo intenta que ese libre mercado solo obedezca al flujo de mercancías e información, siendo restringido su libre movimiento a las masas de población hambrienta, para ellos si tiene que haber fronteras firmes.
El juego económico tiene que dejar de erigirse como regulador del metabolismo de la sociedad, tenemos que llegar a una concienciación global de que hay que cambiar cuanto antes el modelo que seguimos, tal vez sirviéndonos de la verdad que nos puede llegar mediante carreteras alternativas de comunicación ajenas a la idiotización que nos engulle la televisión y otros medios creados como la panacea para el pueblo.
Es irreal seguir con el avance económico y pretender hacer sostenible nuestro planeta, es inviable que siga aumentando la extracción de recursos a la vez que crece el volumen de desechos. Esta evolución no tiene que ser entendida siempre como un paso hacia delante por que en ocasiones es más un salto al vacío, un vacío que puede que no tenga retorno posible
Lo peor es que existen países del tercer mundo que ya no merecen la pena ni ser expoliados y dejan simplemente de existir para los países avanzados, sea por sus escasos recursos o su inestabilidad política. Es como si ya no aparecieran en los mapas o los que hay son demasiado antiguos para ser objetivos. Las gentes que vivían allí han emigrado y las que se quedaron se les considera peligrosas.
Hay que pensar en la tierra como un único cuerpo donde todo fluye, hay que entender de una vez por todas que nos vamos a comer nuestra propia mierda tarde o temprano.
Jorge Maruejouls
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