Donde habita el bien


Reflexiones de un humanista
La moral es la manera natural en que nos desenvolvemos en el entorno que nos rodea, es la forma en que reaccionamos ante cualquier situación o circunstancia, algo que responde a un aprendizaje vital y cultural, por tanto social y en constante movimiento. Bajo esta premisa hay que entender el concepto como algo adaptable ante diferentes circunstancias, una manera de hacer que obedecerá no solo sus propios valores o conceptos sino que se amoldara para convertir su acción en algo eficaz que responda de manera satisfactoria a aquello que consideremos bueno.
La ética es aquella que nace de la observación primordial de la moral y que tras reflexionar sobre los hechos realizados los somete a un examen en busca de aquello que es correcto o incorrecto, fundando de esta manera los cimientos de los valores que se deben seguir. La ética es por tanto la responsable de filtrar la moral y de alterarla o intentar alterarla en pos del concepto de bien. Pero cada individuo tiene que estar alerta porque la moral tiene la capacidad de desentenderse del concepto ético y obedecer el capricho de emociones o dejarse llevar por los prejuicios del entorno.

Ahora el relativismo moral con el que hacen banderas algunos progresistas trasnochados o licenciados en antropología romántica. No cree en unos valores universales dado que antepone a la posible existencia de los mismos, la diversidad de las cultural con valores distintos y en muchas ocasiones contrarios, por tanto basándose en ese criterio, una sociedad carece de derecho de juzgar los valores de otra con su propia moral sino que por el contrario, tiene que insertar el código moral de la cultura juzgada para sacar una conclusión correcta sobre si un acto es bueno o malo.

Pero existen cosas que extrapolan un momento determinado y son malas en cualquier espacio temporal, atrocidades que la coyuntura del momento y el lugar dieron cabida, pero que como especie humana estamos obligados a enfrentarlas, moralidades que tienen un concepto equivocado de lo que es bueno o malo.
No porque algo sea útil en un tiempo tiene que ser bueno, tal vez es útil o aceptable porque existen los mecanismos adecuados para que dicha moral se lleve a cabo. No porque sea útil tiene que ser por fuerza algo bueno, lo eficaz puede seguir un fin que repercuta negativamente a la larga en la sociedad.

Pero si nos alejamos del fin y obedecemos un criterio moral que someta a juicio el ejercicio mismo del acto y no solo su fin, conseguiremos acercarnos de manera acertada a lo que es bueno. Nunca debemos olvidar la mayor máxima de la ética: “el máximo bien para el mayor numero”. 
Al no aceptar que las sociedades se puedan comparar unas a otras, el relativismo moral está negando la relevancia de los barómetros de calidad de vida de los habitantes como, la democracia, educación, libertad, sanidad.
De manera tolerante se tienen que utilizar unos valores universales que, aunque no sean aceptados por todas las sociedades, busque en mayor beneficio de la mayoría. Debemos acercar esos valores universales hasta los causes de la Declaración de los derechos humanos.


No se puede aceptar que cada individuo ejerza su propia moral aún cuando esta sea maliciosa para la sociedad, los derechos de todo individuo acaba cuando estos agreden a los derechos de otros. No podemos aceptar que el relativismo moral justifique el secuestro de la cordura que padecen algunas sociedades. Ni blindar de la impunidad que da la bandera de la tradición lo que no es correcto.  

Jorge Maruejouls

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy plenamente de acuerdo. lo has
expuesto muy claramente y me alegra muchisimo coincidir contigo.

Jorge Maruejouls dijo...

Gracias y buena suerte.